Internacional

“No lo vimos venir”: clima extremo convierte a superyates en barquitos de papel

El capitán del superyate Bayesian rompió este miércoles el silencio después de que el barco se hundiera la madrugada del lunes frente a la costa de Sicilia. James Catfield, que capitaneaba el lujoso velero, fue uno de los quince supervivientes del naufragio. 

«No lo vimos venir», dijo el capitán, neozelandés de 51 años al diario La Repubblica, donde se recupera junto a otros once de los quince supervivientes de la tragedia.

Otras siete personas no corrieron la misma suerte: el cocinero del barco, que fue rescatado la misma noche, y seis que no lograron salir de sus camarotes. 

Tres días después de la tragedia, cinco cuerpos lograron ser rescatados, tras lograr los buzones abrir una vía de entrada a la embarcación de lujo, que descansa a 49 metros bajo la superficie del mar.

“De repente, desapareció”

Otro capitán, el neerlandés Karst Börner, cuyo barco estaba anclado en la localidad siciliana de Porticello, brindó los primeros auxilios a las 15 personas que se aferraban a una balsa inflable, en medio de la tormenta con fuertes ráfagas de viento.

Börner relató cómo fue testigo de la tragedia y cómo se sorprendió con la inesperada furia del fenómeno meteorológico.

«El pronóstico del tiempo incluía tormentas eléctricas y eso puede ser extraño en el Mediterráneo en esta época”, explicó Börner. Cuando comenzó la tormenta, en la madrugada del lunes, el capitán pudo ver entre relámpagos cómo se formó una tromba marina, un tipo de tornado que “fue más fuerte e intenso de lo normal”.

“Tuvimos dificultades para mantener nuestro barco en su lugar con el motor y el ancla. El yate estaba detrás de nosotros (a unos 700 metros del puerto). De vez en cuando mirábamos para ver dónde estaba. De repente, desapareció», explicó.

“Encontramos una balsa con 15 personas”

Inmediatamente después, el neerlandés revisó el radar y no vio señales del velero, y luego vio una bengala roja, por lo que subió con sus compañeros al bote auxiliar y se dirigieron al lugar del incidente. En el momento de la tragedia, el velero llevaba 22 personas a bordo: 10 tripulantes y 12 pasajeros.

“Encontramos una balsa salvavidas con 15 personas, cuatro gravemente heridas y un bebé”, recuerda. Los llevó a todos a su barco, los abrigó y secó, mientras sus compañeros llamaron a la guardia costera para dar aviso. Poco después, los guardias costeros rescataron el cuerpo flotando en el agua del cocinero Ricardo Tomas, de nacionalidad francesa.

Otras seis personas se hundieron con la embarcación: el dueño del yate, el magnate británico Mike Lynch, y su hija Hannah, de 18 años, el presidente del banco Morgan Stanley International, Jonathan Bloomer, su esposa Judy, el abogado de Lynch, Chris Morvillo, y su esposa Nada.

«En un momento así, no piensas, simplemente haces lo que tienes que hacer», aseguró el capitán neerlandés, al que admitió que el rescate “fue traumático”.

Dormían en sus camarotes

Según lo reconstruido, los turistas dormían en sus camarotes cuando alrededor de las 4 de la madrugada, la tromba marina golpeó con furia el yate, de 56 metros de eslora; el enorme mástil del velero, de 75 metros de altura, se rompió, y las fuertes ráfagas de viento empujaron el velero a inclinarse hacia un lado y finalmente se hundió.

“En dos segundos perdí a la niña”

Charlotte, una de las sobrevivientes del naufragio, describió cómo luchó para aferrarse a Sofía, su hija de 1 año, según informó la agencia de noticias italiana ANSA.

«En dos segundos perdí a la niña en el mar, pero enseguida volví a abrazarla en medio de la furia de las olas. La abracé con fuerza, mientras me aferraba a la balsa», dijo a los periodistas.

Por su parte, Angela Bacares, esposa del magnate Lynch, declaró a La Repubblica que se despertó a las 4 de la madrugada, hora local, cuando el barco se inclinaba. 

Ella y su marido no se preocuparon inicialmente, dijo, pero empezaron a inquietarse cuando las ventanas del yate se hicieron añicos y estalló el caos.

Cuando empezó a hundirse el yate y logró saltar al mar, perdió de vista a su marido. Su hija desapareció con él.

Barcos, a merced de fenómenos extremos

Desgraciadamente, los naufragios se han hecho muy frecuentes en los últimos años; la mayoría ocurridos en embarcaciones precarias de inmigrantes procedentes de países pobres o en guerra, que se arriesgan su vida y la de sus hijos para alcanzar las costas de Europa o Florida.

El caso del naufragio del velero Bayesian vuelve a traer a primera línea los peligros del mar, porque, en esta ocasión, no se trata de un barquito pesquero, sino de uno de los yates más grandes del mundo, valorados en unos 20 millones de dólares y que se podía rentar por 215 mil dólares a la semana. Además, entre los desaparecidos estaba el propietario, un conocido magnate, así como el presidente de uno de los bancos de inversión más grandes del mundo.

De los centenares de emergencias atendidas en todo el mundo, por el momento y en lo que llevamos de 2024, se contabilizan 79 naufragios, además de los incontables de cayucos y otros barcos precarios con emigrantes que nunca llegan a su destino y desaparecen sin más.

Peligroso calentamiento del mar

Las trombas, un tipo de tornado columnas giratorias de aire que se forman sobre el agua, son comunes en los océanos tropicales, pero no tanto en otras aguas, por lo que el que se formó este lunes en el Mediterráneo pasa a formar parte de los fenómenos meteorológicos extremos causados por el calentamiento global.

Según declaró a CNN el climatólogo italiano Luca Mercalli, la semana pasada se registró una media diaria de 28.9 °C en el mar Mediterráneo, una cifra récord desde que hay registros. Pero la temperatura en las aguas alrededor de Sicilia fue incluso más alta, alcanzando casi 30 °C, 3 grados más de lo normal.

«Los océanos más calientes tienen más energía y más humedad para transferir a la atmósfera, que son los combustibles para generar las tormentas», dijo, alertando que los fenómenos extremos serán cada vez más normales, lo que deja en situación muy vulnerable a las embarcaciones y puertos.

Otis como recordatorio del peligro

La prueba trágica de esta nueva realidad la sufrió Acapulco la madrugada del 24 de octubre de 2023, cuando, en cuestión de horas pasó de huracán categoría 1 a categoría 5, el más peligroso de la escala Saffir/Simpson, algo nunca registrado y que agarró por sorpresa a autoridades, turistas y lugareños.

La potencia inaudita de Otis destruyó más de 800 embarcaciones, muchas de ellas yacen aún en el fondo del mar, un recordatorio de que habrá que adaptarse urgentemente a la nueva realidad climática

Yates destrozados y hundidos en la Marina de Acapulco, tras el azote del huracán Otis
Yates destrozados y hundidos en la Marina de Acapulco, tras el azote del huracán Otis EFE